miércoles, 4 de junio de 2008


" ...Porque en la mucha sabiduría hay
mucha molestia; y quien añade ciencia,
añade dolor..."
(Eclesiastés, 1:18)

Introspección espiritual

En el ángulo obscuro,
guiado por el sonambulismo inconciente
cayó de bruces…
Un olor a nostalgia divina
flotaba en el aire, empapando
la frente de un líquido frío, inodoro, lívido,
recorriéndole la espina dorsal de su objetividad
desequilibrando su aparente fortaleza.
En el infrahumano instante del
descenso lloró la agonía,
dirigida por cuatro corceles
que tiraban de sus extremidades
hacia los diferentes puntos cardinales.
En un estado de conciencia una tras otra
formuló hipótesis alternas.
Una confusión de lenguas en un argot
desconocido, fundieron el poliedro de
sus sentidos.
¡Cuanto yace el bálsamo no aliviaba!
¡Cuanto yace no derramaba una lágrima sagrada!
Eran arcaicas sus creencias, olvidó
como elevar hacia lo alto los rezos,
solo precisaba tocar la línea que separa
los planos , cruzarla… sin volver la vista.
Invadido por el anhelo divino,
lejos de la técnica del homo,
querubines crucifican la sabiduría terrenal
y ensalzan la ciencia celestial.
El corazón contrito encuentra yelmos
desembocando el saber impío en el mar
de los desechos.
En ese ángulo obscuro del pensamiento
de bruces cayó encontrando sosiego
retorno a su preexistencia como un niño
cambiando las penumbras en lumbreras.
Sesó el culto de lo desconocido,
retornándose en salmos responsoriales,
portó la armadura indestructible
levantose cargado por los ángeles.
En ese ángulo donde se erige una vela
en ese donde cayó de bruces, cortó la
espina de la corona y del alma flotan
plegarias perpetuas…
“Dona nobis pacem…fide…fortes…
Ora pro nobis…pro nobis”