viernes, 20 de junio de 2008


Caracola encarnada

Esa caracola de mil vueltas al centro
lleva un espiral que ahonda, que huele
a sufrimiento, en cada vuelta se agita
el precipicio de la vida, sabe a hierro,
sabe a sangre bendita, sabe a dolor y
olvido, con un leve color deprimido
Tiene forma casi humana, aunque un
poco introvertida, esa caracola de una
extraña belleza, ya no guarda la brisa,
se desdeña entre la arena y se esconde
ante la vista de quien quiere descubrirle
y oír lo que guarda dentro, ¡el misterio!
¡la ternura!, el verdadero rostro de quien
la lleva en el pecho
Arde, quema, y entre mis manos febriles
quiero ver depositado su hermoso canto
como dones eternos de tritones y sirenas,
y acariciar sus labios heridos y saciarme de
la fuente que aguarda su dulce contenido
Siento que esa caracola no fue olvidada en la
arena, no fue exiliada del mar, no fue maldita,
no fue anormal
Ya no duermas caracola, aquí afuera hay
llovizna, hay primaveras y otoños, mira
como se pasea la reina vibrante de los años
mozos, siente la carne, siente la ambrosia,
déjate embelecer por el ánfora hasta llegar
a los dulces labios dormidos de la princesa
que tristemente te aguarda sentada en su trono,
y vive, vive y arráncale los últimos vestigios
al deseo, marca tu tiempo sin compás presuroso,
pero vive, llora, siente, que te susurre al oído
el atrevido viento y sobre todo ¡déjate amar!,
permite llegar a tu cúspide, que esta no tenga
límites, no hay límites, no hay ¡hasta aquí! no
hagas uso del después que esos no tienen retorno,
es hoy, es ahora el tiempo que tu caracola entone
ese murmullo que ha guardado recelosamente por
ese miedo abstracto, deja llevar tu hermoso discurso
entre las olas y la espuma que suavemente se
desintegran entre la piel firme de la virtud, entre la
majestuosidad de las columnas dóricas de tu grandeza,
entre el imperio que logras cuando descubres tu
alma con la pluma divina incitando las hojas blancas
Solo por un mínimo instante (eterno) concédeme el
sortilegio de llevarme al oído tu preciosa caracola
¡ Sí, lo oigo! me llena, es el cortejo anunciando la voz
triunfal, noble y poética de ese que se esconde por temor
detrás de una forma inanimada…
… Tu siempre abatido, trovador, pero audaz y
guerrero corazón….