martes, 5 de agosto de 2008


Obra magistral

Fuimos esculpidos ingeniosamente con prosas
marmoleadas , esculturillas abrazadas y amorosas
que lucen altivas a la luz coqueta de la luna nueva,
enredada entre la escarcha en la ciudad de las brumas
Garzas magnificas, así tus brazos, así de ámbar teñidos,
por el sol , tu espalda dorada, un gran sendero de
impetuosas serranías
Entre abierto los labios con brillo humedecidos
incitados a embriagar con coplas interminables de
amor, haciendo armonía con la colosal danza de tus
dedos y el magistral enigma de tu piel
Voluptuosas con el soplo tibio de Eolo llegaron las
caricias tenues, marcadas por tus manos trémulas de
cedro armadas
Tu cuello torrecilla inclinada de jade complaciente
al brío de mis labios, al sello ardiente de mis anhelos
Jarabe a mi boca tu dulce lengua, fraguada como
corola edénica floreciente…bendita abeja alocada
succionando néctares sobre la frondosa suavidad
revestida, provocando corrientes avasalladoras
Ofensa imperdonable dejar de ver tu rostro, cual
porcelana china en detalles precisos que dibujan las
líneas mismas de Eros
Perfume hormonal en cada fibra, en cada detalle de
la obra que formas, y tu ombligo…delicia incalculable,
centro del territorio, copa cargada de vino estrujado
por las mismas manos de Afrodita , ahí mis labios liban
el pozo donde comienza el camino al edén terrenal
Desciendo a la selva armónica de tus instintos, reveladora
rigidez casi etérea serpea en busca de refugio húmedo y
cálido…en un contoneo perfecto yambó, yambambé
caribeño, fogoso, indumentado de lava volcánica
reverberando en mi cuerpo
Cada vibración es poesía ungida en el poro de la carne
febril y acelerada, creando versos alejandrinos en mi
vientre solícito y festivo, poblado de mil flores en
ofrendosas campiñas
Hondamente tus ojos con los míos, grandes fogatas
rasgando el velo de la inhibición , colisionando en un
hálito de llama enrojecida y congelante
Tus muslos alabastros egipcios de sostenibles estructuras
reales, son mi trono acogedor, donde ondulan placenteros
por el contoneo pendular de mis caderas, rozando el ápice
primaveral de tu viril encanto. Pistilo en retoño de un cielo
musical , firme promesa en manjares colmada
Erradas las voces en un místico y extraño canto jadeante
me llevan al alba en el mismo instante que revelan el
ocaso desfalleciente y creciente en el oriente ímpetu
de tu vientre